quarta-feira, 3 de março de 2010
O mago revelado
Esta dica de leitura vem do site espanhol Entrecomics. Uma entrevista com um dos maiores criadores de roteiros de quadrinhos de todos os tempos: Alan Moore. A entrevista foi publicada na revista espanhola Vice.
Hijo orgulloso de Northampton, la pequeña localidad inglesa en la que aún vive, Moore se fogueó a principios de los 80 en 2000 AD, la principal factoría británica de cómics de ciencia ficción y fantasía. Sus historias para el Juez Dredd reimaginaron el personaje dotándole de complejidades inexploradas hasta entonces. Su propia creación, Halo Jones, fue el primer título del medio en presentar a una protagonista femenina que no era una supertipa con grandes tetas ni una víctima.
A mediados de los 80 revolucionaba los cómics americanos, primero revitalizando un estancado título de DC, La Cosa del Pantano, que Moore convirtió en un libro sobre el examen de la existencia con trasfondo ecologista, y después creando Watchmen, el primer cómic que dio realmente la vuelta al tropo superheroico; una obra maestra de la que se rodó una aciaga adaptación cinematográfica que Moore, por supuesto, ha desautorizado.
Varias reyertas legales sobre propiedad y derechos de sus creaciones más tarde, Moore inauguró su propia línea de cómics, bautizada—no del todo en broma—como America’s Best Comics. Entre 1991 y 1996 produjo From Hell, una personal, bella y siniestra visión de la historia de Jack el Destripador que también se convirtió en una película de mierda que Alan desautoriza. La serie La Liga de los Caballeros Extraordinarios dio comienzo en 1999 y se ha convertido en un libro mastodóntico, torrencial, que mezcla felizmente historia real e imaginada con versiones de nuestra propia realidad. De nuevo película chunga, muy chunga, y desautorización de Moore. En V de Vendetta el inglés nos ofreció su punto de vista sobre el totalitarismo: peli al canto y, claro, desautorización al ídem.
En años recientes Moore ha producido una novela formalmente compleja, La Voz del Fuego (1996), y un poema de largo formato sobre chicas a las que les gustan las chicas y chicos a los que les gustan los chicos titulado El Espejo del Amor (2004). También ha publicado 25,000 Years of Erotic Freedom (2009), que examina exactamente lo que el título indica, y Lost Girls (2006), una creación en tándem con su compañera, Melinda Gebbie, en la que la Wendy de Peter Pan, la Alicia de Alicia en el País de las Maravillas y Dorothy, de El Mago de Oz, viven un montón de explícitas aventuras. Estimulante de verdad.
Actualmente Moore trabaja en una revista underground, Dodgem Logic; en una novela, Jerusalem, y en una guía sobre la magia. Porque, veréis, Moore practica la magia, y no la del tipo conejo-y-chistera. Hace poco le telefoneamos a su casa en Northampton y, al asegurarnos él que tenía una taza de té en la mano y “todos los tés que hagan falta a mi disposición”, quedó claro que Mr. Moore estaba más que dispuesto a hablar con nosotros durante largo rato sobre su trabajo y sus ideas. Y, sí, durante nuestra conversación surgió la magia.
Vice: ¿Podría hablarnos de su más reciente trabajo, Dodgem Logic?
Alan Moore: Dodgem Logic es una colisión agresivamente aleatoria de todo tipo de cosas, ya sean absurdistas piezas de ficción de Steve Aylett o nuevas ilustraciones de Savage Pencil y Kevin O’Neill. Estéticamente, en lo que se refiere a lo formal, surgió de la fascinación por la prensa underground, que es una cultura que precede a la misma prensa impresa pero cristalizó a nivel popular en las décadas de los 60 y los 70, cuando era parte vital de la contracultura.
¿Cuáles eran las publicaciones underground más importantes en Inglaterra en aquellos días?
En Inglaterra, International Times y Oz, que empezó en Australia como revista satírica y después se trasladó aquí, donde se convirtió en algo mucho más controvertido y psicodélico. Aquellos fueron tiempos embriagadores, y la prensa underground fue el pegamento que mantuvo aquel segmento de la sociedad unido y en contacto unos con otros. Sin esos periódicos, el underground habría consistido en un grupo de personas que vestían ropas similares, escuchaban similar música y tomaban parecidas drogas, pero sin un discurso político o cultural coherente.
¿Y Dodgem Logic se concibió como una continuación de esa tradición?
Decidimos hacer de Dodgem Logic una revista de 48 páginas llena de brillantes colores con la intención de reinventar la noción de publicación underground para el siglo XXI. Intentamos constantemente darle un acabado deliberadamente primitivo, tosco. No queríamos que fuese demasiado pulido porque la pulidez puede tener algo de intimidante, levantar una barrera entre la revista y su público.
Algunas páginas están compuestas mediante el método de recortar-y-pegar, lo cual hace que parezca un híbrido entre un periódico underground y un fanzine.
Me tomo eso como un cumplido. Los fanzines fueron una parte vital de la contracultura en la que crecí; de los fanzines de poesía de los años 60 a los de cómic, ciencia ficción y fantasía de los 70, que produjeron gran parte del talento que hoy sobresale en esos géneros. Eran pequeñas publicaciones que poseían una gran energía y eran increíblemente productivas. Puede que eso se debiera a lo fáciles que eran de hacer. Puede que ni mucho menos tan fáciles de hacer como lo es en la actualidad, pero ahora que existe la tecnología para realizar cosas mucho más ambiciosas de las que jamás soñamos, el ímpetu ha desaparecido. Tal vez el grado de pasión que se ponía en Sniffin’ Glue o en cualquiera de aquellos fanzines asociados con el movimiento punk siga existiendo ahora, pero en Internet. No lo sé. Puede que suene anticuado, pero todavía creo que siempre habrá una diferencia entre algo que ves en una pantalla y algo que puedes sostener en tu mano.
Las cosas físicas son mejores. Más reales.
Dan una sensación de artefacto que forma parte de una comunidad y parte de una cultura.
Un tema recurrente en su trabajo, de La Cosa del Pantano a Watchmen, entre otras obras, es el descontento con el gobierno y el inexorable declive de la civilización, junto a la preocupación por la erosión de una comunidad y cultura locales. Dodgem Logic parece un medio más directo de hablar de esos aspectos que abordarlos de forma oblicua a través de los cómics.
Si te digo la verdad, apenas tengo ya nada que ver con los cómics. Sigo dándole vueltas a La Liga de los Caballeros Extraordinarios y dibujo algunas tiras para Dodgem Logic, pero me he desvinculado de la industria del cómic. Ya no me considero parte de ella.
¿Sería factible llevar a un formato de cómic los asuntos que trata en Dodgem Logic?
Sí, sería factible hacerlo en modo cómic. Sin embargo, aunque eso sin duda encantaría al público habitual del cómic, los asuntos que abordamos en Dodgem Logic no llegarían a un público más amplio. Debo señalar que Dodgem Logic no es una revista que hable específicamente sobre Northampton. Tomamos la ciudad como referencia porque es aquí donde vivimos varios colaboradores y yo, pero partimos del punto de vista de que Northampton está en el centro exacto del país geográfica, política y económicamente. Es un buen modelo de representación de cualquier otra ciudad. Las calles principales están muertas, las tiendas están cerradas; no hay vida. El ayuntamiento abusa de los ciudadanos y hay basura por todas partes.
¿Qué le ha movido a encarar estos temas de un modo tan directo precisamente ahora? No es que en los 80 careciéramos de problemas sociales...
Hace un par de años contactó conmigo un grupo de ex delincuentes juveniles que trabajaban entonces en el campo de la música en Burrows, el área de Northampton donde yo nací, crecí y en el que está ambientada buena parte de mi próxima novela. Habían decidido que querían hacer una película sobre esta zona tan deprimida y, sabiendo que yo era de allí, me preguntaron si no me importaría dejarme entrevistar, y que la entrevista apareciese en la película. Trabajaban en colaboración con el Museo Central de Northampton; me pasé por allí, nos conocimos y nos llevamos tan bien que me propuse mantener el contacto con ellos más allá de la duración de aquel proyecto inicial, de manera que empecé a visitarles cada semana en las oficinas del CASPA, una organización de apoyo a la comunidad que estaba haciendo un brillante trabajo en la zona. Me reunía con ellos y con su coordinadora, una mujer joven y maravillosa llamada Lucy, e inevitablemente les contaba cosas acerca de la escena local, de los clubs de arte y cultura underground que había en la ciudad cuando yo era joven, y lo mucho que contribuyeron a moldearme, a convertirme en la persona que soy. Les explicaba también que producíamos revistas y fanzines y organizábamos veladas de lectura de poesía y cosas por el estilo. Estoy seguro de que mis historias les resultaban muy aburridas, pero las ideas parecieron cuajar. Resolvieron producir una revista por su cuenta, a la que yo contribuiría. Deseábamos, tanto los chicos como yo, hablar de algunos de los auténticos problemas que afectaban al área; lo malo era que probablemente no pudiéramos porque la subvención para hacer la revista procedía del ayuntamiento. Aun así, decidieron intentarlo. Yo escribí un artículo titulado “Los Destructores”. Trataba de la antigua planta incineradora, que estaba en Burrows. Allí era, en tiempos pasados, donde se eliminaban las basuras de toda la ciudad.
Un detalle revelador.
El mensaje respecto a lo que al ayuntamiento le importaban los habitantes de la zona estaba claro. Y, aunque la incineradora se clausuró en los años 30, el mensaje sigue pudiéndose aplicar hoy. Allí es donde el ayuntamiento envía todo aquello de lo que no se quiere ocupar: inmigrantes, ex convictos y personas que han estado en hogares de acogida. Toda la gente problemática termina hacinada en Burrows, a menudo en edificios condenados por los servicios antiincendios. Suceden cosas horribles cada día.
¿Y vetó el ayuntamiento el artículo?
Sí. Dijeron que no lo podíamos publicar porque el tono era crítico con ellos. Lucy y yo les propusimos entonces que ella trabajara en CASPA tres días a la semana y que los otros dos los dedicara a trabajar conmigo en una revista independiente. El ayuntamiento no tardó en decirle que si dedicaba dos días a trabajar en una revista independiente, no conservaría su empleo en el ayuntamiento. En ese punto me dije que ya había aguantado bastante: me harté e invité a Lucy a trabajar conmigo en Dodgem Logic a tiempo completo. Los temas de los que hablamos son importantes, y la revista ofrece un lugar en el que estas cosas se pueden debatir. No estamos atados por restricción alguna y decimos lo que queremos. Tampoco es nuestra intención deprimir a la gente, así que intentamos incluir, sin descuidar lo social y lo político, tanto material genuinamente entretenido como nos sea posible. Es una estrategia para ayudar a la gente a superar tiempos difíciles: darles la información que necesitan, pero también algo con lo que se lo pasen bien.
Es una buena causa.
En los últimos años no he hecho mucho más que pasear por el barrio. Encontrarme la buena gente que vive allí atravesando una situación tan penosa hizo que me decidiera a producir algo cuyo foco estuviese precisamente allí, en ese área. En cuanto a privación social, Burrows ocupa uno de los puestos más altos del Reino Unido. Hay áreas parecidas en todo el país, pero se las esconde debajo de la alfombra. Además, estoy ligado emocionalmente a Burrows. Siempre lo he estado. Vi la oportunidad de producir algo bonito y útil que partiera de ese entorno, creando al mismo tiempo un modelo para otros áreas similares.
En el pasado, tanto en su trabajo como a título personal, usted ha defendido la anarquía. ¿Sería esa su respuesta a los problemas sociales de los que se habla en Dodgem Logic?
Bueno, para el segundo número quiero escribir un artículo de introducción a la anarquía y explicar cómo se podría poner en práctica en nuestra situación actual. Es decir, que sí. Una de las cosas que deseo explicar es el principio de la lotería ateniense y el concepto de la selección por azar. Básicamente, éste dicta que cualquier asunto que deba resolverse a nivel nacional o administrativo lo juzgará un jurado designado mediante una lotería. Los miembros de ese jurado pueden provenir de cualquier ámbito del mundo de la cultura, y su selección depende únicamente del azar. Los pros y los contras del caso a resolver les son presentados y ellos escuchan, debaten y después votan. Tras emitir su decisión, dejan de formar parte del jurado. Regresan a la sociedad y, para el caso siguiente, se designa un jurado distinto. Para mí, ese sistema se aproxima a algo parecido a la democracia, que es algo que en estos momentos no tenemos. La palabra “democracia” viene de “demos”, el pueblo, y “cratos”, gobernar; es decir, “el gobierno del pueblo”. No dice nada de los representantes elegidos por la gente que está al mando, que es el sistema bajo el que actualmente vivimos. Pasándonos a algo próximo a la selección por azar crearíamos un sistema libre de muchos de los abusos de nuestro actual modelo de gobierno. Resulta bastante difícil comprar el favor de un jurado si no sabes quiénes son las personas a las que tienes que camelar. También haría difícil que ese cuerpo decisorio temporal actuase en su propio beneficio; tendría más sentido que actuaran en beneficio de esa sociedad a la que tendrían que retornar en breve.
Es interesante. Tiene elementos tanto de la democracia como de la anarquía.
Sí, cuadraría el círculo entre las ideas de anarquía y de gobierno. Mi definición de anarquía es la de los antiguos griegos: sin líderes. Es difícil pensar en una sociedad ordenada que se ajuste a ese ideal; todo y así, con la lotería ateniense no habría líderes sino individuos tomando decisiones equilibradas. Sé que adoptarla implicaría tener que acometer un montón de cambios constitucionales, pero me gusta sacar la idea a colación de manera que sea una posibilidad, algo de lo que se pueda hablar. Es evidente que nuestra presente forma de gobierno no funciona, y no podemos seguir poniendo parches a un sistema inherentemente defectuoso. Puede que haya llegado la hora de cambiar a un nuevo modelo en lugar de continuar manteniendo en marcha un vehículo que ha llegado al final de su vida natural.
¿Tratará también estos temas en sus obras de ficción? Lo pregunto porque Dodgem Logic trata de su entorno local de un modo muy directo, y la acción de su próxima novela, al igual que la primera, transcurre en ese área.
Hasta cierto punto. Ambos métodos se complementan. Dodgem Logic y Jerusalem se ocupan en esencia del mismo vecindario y territorio, pero de modos radicalmente diferentes. La experiencia de leer un número de Dodgem Logic será muy distinta a la de leer un capítulo o dos de Jerusalem. Dodgem Logic soy yo tratando de hacer algo inteligente pero a la vez accesible. En cuanto a Jerusalem, no me importa si a alguien le gusta o no, porque lo que pretendo es componer la mejor pieza literaria que me sea posible. Jerusalem es algo entre el mundo y yo. Si nadie la lee, el problema será mío, mientras que con Dodgem Logic creo importante que la gente conozca los temas de los que estamos hablando y se haga preguntas sobre ellos. Tanto la novela como la revista pretenden vitalizar y reinventar el vecindario, lo único que varía es el contexto. Con Dodgem Logic deseo, práctica y literalmente, infundir vigor al área y darle algo a sus gentes. Jerusalem está más cerca de lo que Iain Sinclair logró con su maravilloso libro Hackney, That Rose-Red Empire: capturar la esfera de nieve del Hackney que se estaba desvaneciendo justo debajo de sus pies; preservar la personalidad y la historia del barrio antes de que las apisonadoras les pasaran por encima para dejar sitio a la Villa Olímpica. Con la ficción tienes un medio, quizá el único, bien de resucitar, bien de preservar los lugares que están condenados a desaparecer; si no hoy, entonces mañana.
El concepto de preservar el pasado mediante la ficción es muy patente en La Liga de los Caballeros Extraordinarios. Cada viñeta está atiborrada de referencias históricas y culturales.
Con La Liga…, de la que por cierto puedo decirte que hoy mismo he terminado de escribir el tercer volumen, lo que intentamos crear es, a través de la ficción, un Arca de Noé cultural en la que todos los grandes escritores y todas las grandes ficciones que Kevin y yo creemos dignas de preservación sigan vivas algún tiempo antes de que acaben hundiéndose en el pozo del desconocimiento.
La Liga… existe en un extraño lugar entre la ficción y la realidad.
Totalmente cierto. Tenemos una realidad muy bien definida y se vuelve más y más sólida a medida que avanza la trama. Probablemente sea, por definición, la más larga y compleja línea de continuidad de la historia de la literatura, ya que subsuma las continuidades de cada personaje individual.
Incluye tantos personajes de ficción y sus respectivas historias que resulta impresionante que mantenga una cohesión.
Intentamos que todas esas fuentes de inspiración -todas esas ficciones, cada una de una época determinada-, encajen en nuestra línea de continuidad final. Tienes, por tanto, un mundo que los nazis consiguieron invadir y en el que Fu Manchu es real, pero que al mismo tiempo refleja nuestro propio mundo y su desarrollo. Puede que se trate de un espejo distorsionante, pero ayuda a ordenar nuestra percepción del mundo en el que vivimos. Vendría a ser un espejo onírico. Nuestra realidad no es como la de La Liga…, pero hubiera podido ser así tal como la soñamos, como la imaginamos mediante la ficción. Nos permite ver lo que podría haber sido y a lo que podríamos haber aspirado. Es la otra mitad de la historia.
Ajá.
Y también hay en la serie historia auténtica, pero esa es, en sí misma, otra clase de ficción. Luego está el tipo de historia que se presenta en nuestro arte, en nuestra literatura. La cual, en un sentido psicológico y peculiar, es más auténtica y fiable que la historia convencional, la que supuestamente se basa en los hechos y que bien podría no ser cierta en sentido alguno. A lo largo de La Liga… hemos creado la sensación de que la ficción es el cimiento sobre el que la humanidad se apoya, y que el mundo real está en última instancia basado en la ficción.
¿Cómo logra introducir tantas referencias literarias y culturales en La Liga…?
Son mis intereses y los intereses de Kevin y el resultado de una investigación que ambos hicimos cuando dimos con el concepto. Después nos pusimos a pensar seriamente en lo que sucedería si ésta fuese una historia en la que se pudiera incluir cualquier cosa procedente del mundo de la ficción. Esto significaba que necesitaría su propia geografía, que abordamos en el apéndice del segundo volumen. Y necesitaría también su propia historia, algo que resolvimos en The Black Dossier. Por ejemplo, en nuestra realidad ficticia no tenemos a un Adolf Hitler; en su lugar está el Adenoid Hynkel de El Gran Dictador, de Charlie Chaplin. En nuestra realidad, M, el líder del M15, resulta ser el Harry Lime de El Tercer Hombre, la novela de Graham Greene, quien basó su personaje en un amigo suyo de toda la vida, un auténtico espía llamado Kim Philby que desertó para pasarse al bando soviético. Decidimos que Harry Lime fuese un seudónimo de Robert Sherry, uno de los personajes que asistían a la Greyfriars School en los libros de la serie de Billy Bunter.
Qué locura.
A continuación decidimos hacer de Harry Wharton, el líder del grupo en Greyfriars, el Gran Hermano de George Orwell. También convertimos Greyfriars en una escuela pública inglesa en la que se recluta gente para el servicio secreto, algo que casa de forma muy fluida con la historia real. Lo que hizo que encajara fue descubrir que hubo un encontronazo entre Frank Richards, el autor de las historias de Billy Bunter, y George Orwell, que escribió un ensayo acerca de cómo los libros de Bunter representaban todo lo malo del imperio británico. Frank Richards cometió el desastroso error de escribir una réplica a Orwell en la que respondía a las acusaciones de presentar a los extranjeros de un modo en cierta manera cómico diciendo simplemente, “Es que lo son”. Ese vínculo entre realidad, ficción, y ficción debatiéndose en el plano real, convirtió en pertinente nuestra pequeña vuelta de tuerca.
Tanto La Liga… como V de Vendetta nos enfrentan con sendas distopías fascistas. ¿Alguna vez ha sentido temor de que futuros de ficción como los imaginados por usted se conviertan en una realidad?
No. Por supuesto, podría estar completamente equivocado y, de hecho, creo que aún nos tiene que provocar muchos disgustos, pero estoy convencido de que la raíz del fascismo consiste en una ignorancia tan profunda que veo imposible que pudiera lidiar con las realidades del siglo XXI. Es un concepto demasiado simple; carece de la complejidad necesaria para tratar con las caóticas realidades que se dan a diario en el mundo y el panorama de hoy. Sólo es efectivo a un nivel matón y callejero; lo cual, eso sí, puede darle muchos problemas a los grupos minoritarios y a los marginados. El fascismo es una realidad terrible para muchas personas, pero como fuerza política, a los fascistas no se les puede tomar en serio. Estoy de acuerdo con [el cómico] Reginald D. Hunter, quien dijo que “hay que dejar a los fascistas que hablen”. Permitirles hablar en público no les supondría ninguna ayuda. Su voz es tan chillona y desagradable que no obtendrían ningún beneficio electoral. Si intentas silenciarles, les das la oportunidad de alegar que están siendo oprimidos por la élite liberal.
¿Qué podemos esperar de Jerusalem? ¿Retomará los temas que ya trató en su anterior novela, La Voz del Fuego?
Ciertamente Jerusalem tendrá elementos en común con La Voz del Fuego, y seguirán habiendo elementos de experimentación formal, pero estructuralmente no será lo mismo. Jerusalem estará dividido en tres libros. Confío en que las tres partes aparezcan en un sólo volumen. La primera parte será reminiscente de La Voz del Fuego en tanto que irá pasando de un personaje a otro a lo largo de épocas diferentes y estará escrito en pretérito indefinido y tercera persona. El segundo libro tendrá una línea narrativa desarrollándose capítulo a capítulo, pero en él hago unas cuantas cosas peculiares con el lenguaje y la perspectiva, además de ser la sección en la que tienen lugar los elementos más fantásticos de la novela: la mayoría de los protagonistas son niños o fantasmas de niños muertos. En esta segunda parte hay también un paraíso de clase obrera, con ángeles de clase obrera que juegan al billar con las almas de los humanos; esta es una idea que me gusta mucho. La tercera parte, de la que me faltan nueve capítulos para su conclusión, es la más experimental y demente pieza narrativa que yo jamás haya escrito. La estoy haciendo en presente de indicativo y cada capítulo está escrito de un modo radicalmente distinto. El que justo acabo de terminar se titula “Round the Bend” [“Sin un tornillo”, majareta—ndt.] y trata sobre el hospital de St. Andrew, un lugar maravilloso. Mi mujer y yo nos casamos allí. Entre sus pacientes se cuentan Spike Milligan; Dusty Springfield; Patrick Stewart; Sir Malcolm Arnold, el compositor; J.K. Stephen, sospechoso de ser Jack el Destripador; y Lucia Joyce.
La hija de James Joyce.
Pasó 35 años allí como paciente psiquiátrico. En el capítulo que justo he terminado, Lucia Joyce vaga por los jardines del hospital, con la mente ausente; en su cabeza se encuentra con pacientes de otras épocas, con quienes posiblemente jamás podría coincidir físicamente. Es un tour alucinatorio por los terrenos del hospital y por la mente de Lucia, y está escrito en lo que estoy convencido de que es un irrisorio intento de remedar el lenguaje de su padre. William Blake es otra de las figuras que, por supuesto, gravita alrededor de Jerusalem, aunque no aparezca directamente en la novela; al igual que John Bunyan, que sí aparece. Ambos inspiraron los aspectos más visionarios de la novela. He tardado una eternidad en acabar el capítulo de Lucia Joyce.
¿Sigue trabajando en su libro sobre la magia?
Sí. Una vez haya acabado el último libro de La Liga… y Jerusalem, será de nuevo el momento de abordarlo.
¿Qué es lo que le parece tan interesante de la magia?
Para mí, la magia ofrece una nueva perspectiva para apreciar el mundo, tu vida y la realidad, y un nuevo enfoque a tu relación con tu propia conciencia.
Se suele meter la magia en el saco de las melonadas new age. A mucha gente se le hace difícil siquiera empezar a considerarla como algo válido.
Al principio yo era muy escéptico debido al enorme número de idiotas a los que se asocia con ella. Sin embargo, la ciencia no puede explicar o racionalizar el concepto de conciencia, ya que no es algo que puedan replicar en un laboratorio. Eso deja inexplorado nuestro mayor área de experiencia del mundo. Con la magia, todo tipo de posibilidades se abren al respecto de qué es la conciencia, qué áreas de la conciencia pueden tener extrañas cualidades, y qué aplicaciones prácticas podrían tener esas cualidades.
Tiempo atrás, los intelectuales y los filósofos podían interesarse abiertamente en la magia sin que les ridiculizaran por ello.
La magia es simplemente una forma de explorar el mundo, e implica conceptos que ciertas personas llevan explorando desde los albores de la humanidad. Algunos eran charlatanes, otros eran maníacos, y otros, buscadores de atención, pero algunos de ellos son los pilares sobre los que se sustenta nuestra realidad. Paracelso hizo avanzar la medicina moderna y fue la primera persona en explorar el concepto del inconsciente, siglos antes de que lo hicieran Freud o Jung. También era mago. Él no se habría aplicado el término; lo más probable es que pensara en sí mismo como en un filósofo natural…
Quizá sería bueno que recuperáramos ese término. Pero, por favor, continúe.
Un gran número de las piedras angulares de nuestra cultura tienen sus raíces en el ocultismo. Los primeros escritores y artistas provenían de las culturas chamánicas, y la ciencia proviene de la alquimia. Según parece, cuando Einstein murió tenía un ejemplar de La Doctrina Secreta, de Madame Blavatsky, en un rincón de su escritorio. De hecho, hay similitudes entre ese trabajo y la teoría de la relatividad. Pese a todo, tiende a verse la magia como una chifladura a la que no hay que tomarse en serio si queremos que nuestra cultura avance.
¿Qué le impulsó a escribir un libro sobre la magia?
La idea llegó cuando mi socio mágico Steve Moore y yo decidimos poner las cartas sobre la mesa y explicar lo que era la magia, cómo practicarla, y por qué la gente debería aprender sobre ella leyendo un libro que no se escudara en una imaginería pseudo-siniestra o en una incompresible jerga ocultista.
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